sábado, 14 de julio de 2012

Otro ejercicio de escritura

Tan pronto como reconocí su número en la pantalla de mi teléfono móvil, descolgué, y comenzamos a hablar, supe que terminaríamos así, como en aquella noche en Madrid: en la cama y completamente desnudas.

Y es que era una invitación  "peligrosa". En teoría, para cenar y charlar tranquilamente, en su apartamento de Sant Pol, en el siguiente fin de semana a la festividad de Sant Joan (en la cual, ambas teníamos ya ineludibles compromisos familiares), y en la que estaríamos unicamente, ella y yo.

Y reconozco que aunque lo sabía, antes de llegar, mientras conducía por la autopista del Maresme, me intrigaba la excusa con la que, en esta ocasión, terminaría quitándome la ropa, o el juego erótico con el cual, nuestra ropa fuese desapareciendo.
Y así, primero la cena, después las copas de cava mientras charlábamos tranquilamente en el sofá, y finalmente, en la mesa de la terraza, una vez que el calor de la noche y las bebidas, habían hecho efecto, eliminado nuestras (mayoritariamente las mías) inhibiciones, fue el "strip-adivina-adivinanza",  el que me dejó como una Eva en el paraíso.


Y como ocurre bastante a menudo en este tipo de juegos, una vez perdida la ropa, hay que jugarse el todo por el todo, y decidí jugarme a mí misma, en un doble o nada.

-Cariño, te recuerdo que unicamente te queda el tanga, me recordó Rosa, siempre tan precisa, posiblemente por sus estudios de farmacia, y si pierdes, tendré que darte un pequeño correctivo.

-Me arriesgaré, le dije, guiñando un ojo.

Y jugamos.

Y perdí.

Y ese fue el primer capítulo, de los varios que escribimos aquella noche, en nuestra historia de juegos y amistad.
Horas más tarde, cuando agotada, nuevamente conducía de vuelta a Barcelona, pensaba en lo maravillosa y placentera que había sido aquella "nit de Sant Joan", y en que, pasado el verano, tendré que llamarla para que me conceda la revancha.
;-)