Donde esté un tren AVE, que se quiten todos los puentes aéreos.
Y es que me tocaba ir de cursillo de técnicas de venta a Madrid, y probé a ir en el AVE, y ...
¡¡Menuda diferencia!!
Sin preocupaciones por lo que te pones o te dejas de poner (que si cinturones, que si ropa interior con el sujetador sin aros, que si botas o tacones sin hebillas ni adornos metálicos, etc), y lo que llevas o dejas de llevar (esta vez: ¡el neceser al completo! ¡¡Bien!!)
¡¡Se acabó la moda "Puente Aéreo", para evitar los stripteases en los controles de seguridad!!
Y luego, amplitud, tranquilidad, comodidad y buen servicio a bordo.
El viaje de ida se me pasó sin darme cuenta, mientras leía la novela (pastiche) de Los años perdidos de Sherlock Holmes (Además, muy apropiada, pues la trama se centra en los años que, supuestamente, el detective pasó en el Tibet, ayudando a los Tibetanos a resolver unos problemillas que tenían con los Chinos).
¡¡Altamente recomendable la novela de Jamyang Norbu!!

En cuanto al cursillo en Madrid, pues muy bien, incluso nos reímos con algunos casos prácticos que tuvimos que solucionar.
El viaje de vuelta lo hice con una farmacéutica, que también había estado el cursillo, y que volvía en el mismo vagón de AVE que yo (íbamos en asientos separados, pero el señor que iba junto a ella, cambió su asiento por el mío, para que fuésemos juntas. Y es que aún hay gente amable).
Total, que fue un viaje aún más agradable que el de la ida.
Además de hablar, tomar una copa, y merendar, jugamos, utlizando la PDA de mi compañera de viaje, una partida de "12 en un dado".
Es un juego sencillo (para dos o más jugadores), y que requiere un único dado.
Es un poco largo de explicar, pero tiene un cierto parecido al Bacarrá, pues se trata de acercarse (sin pasarse) lo más posible a 12, mediante, como máximo, tres tiradas consecutivas del dado, pero pudiendo plantarse cuando se desea.
Se suman luego los puntos a los que cada jugador se ha quedado del que más se acercó al 12 (o quien se ha pasado, pues el de la mayor diferencia incrementado en uno), y de esta manera, y tras tres rondas, se completa cada partida, ganándola quien tiene menos puntos.
(Parece que este juego se publicó en un suplemento de La Vanguardia hace unos meses).
Y es que hablando, hablando, resultó que ella también era una fan de este tipo de juegos, especialmente en los viajes, para distraerse en las esperas de aeropuertos, y/o para las tardes de relax.
Nos reímos mucho, cuando resultó que ella, en ocasiones, también practica estos juegos en la modalidad “strip”, es decir, que quien pierde, se quita una prenda, y que cada cual imagine porqué ;-)
Eso sí, menos mal que las partidas las jugamos en la modalidad "textil estándar", porque me “desplumó” (virtualmente hablando, claro está), ganándome en cinco partidas, por una en que gané yo.
¡Carallo cómo jugaba la boticaria!
Eso sí, para las próximas vacaciones, ya tengo entretenimiento con éste, mi respectivo, para las tardes de relax en el hotel.
;-)